jueves, 7 de septiembre de 2017

El tiempo



 Como cuando la margarita que deshojas dice SI pero el tiempo a destiempo dice NO.

Nos reímos a través de palabras que seducen lo que otras verdaderamente querían decir.

Y subimos como sube la espuma de una cerveza artesana mal echada.

Y bajamos, como bajan las persianas de los que tienen miedo a sentir.

Sentir con miedo el olor que deja por la mañana una sábana bajera tras un sexo incierto.

Incierto como el amor que te enseñaron y que aún no logras del todo entender.

Entender por qué existe el miedo a pronunciar amor.

Amor diferente al de esas películas románticas con final predecible.

Aún andas a zancadillas sobre tus latidos, más  fuertes que ese amor... Es amor a tu estado de ánimo, amor al día  en el que te encuentras, amor al olor que te hace recordar pero también al que te provoca curiosidad, amor a la libertad y a las cuerdas que paralelamente te atan a ella.

Todo fluye, es todo tan plácido como el escuchar agua de río que emana a la misma vez que tu cuerpo se estremece con algo de césped.

Es tiempo de sol,  sol de verano, sol de otoño, sol de un día de invierno, sol primaveral...es tiempo de hablar del tiempo.

Esa tranquilidad empieza a turbarse cuando de repente alguien te planta cara con una invisible vara de medir el tiempo de los sentimientos, de los latidos, de las risas, de los minutos perdidos en vuestro mundo. 

Alguien tiene mucha prisa por encontrarse de repente... por desetiquetar lo que él mismo solito a etiquetado...



Tu cara de poema se va transformando entre la incertidumbre de no saber ni siquiera que existían las etiquetas.

Se ve que la persona de la vara de medir ha visto más películas predecibles que tú.

Te transformas, te rompes, te hundes, te encierras, te acomplejas, te retiras...

Otro gilipollas más que ha roto una flor en medio de su florecer.

La persona de la vara de medir te dice que eso parece amor pero que él no quiere amor... Y tú  le escuchas preguntándote ¿Qué es el amor ?

Te dice que esta todo genial pero que hay que frenar.

Es como estar hablando con un ser ilógico...

Como con alguna especie de Ser extraño que mide cuándo debe estremecerse tu cuerpo en un campo de césped... Que mide la velocidad del riachuelo que te calma tanto en vez de dejarte llevar con esa calma y olvidar cuánto tiempo llevas relajado.

Es hablar con un Ser que necesita tiempo, lentitud, necesita espacios aun cuando jamás te has apropiado de ellos.

Y ya van unos cuantos seres, unas cuantas  conversaciones similares.

Y entonces... caes en que quizá la ilógica eres tú...en que la que vive a destiempo eres tú... Y que hueles raro.... pese a llevar pensando todo este tiempo que olías tan bien.

Destiempo de Diego González Monnereau


Pero de acuerdo.

Asumámoslo.

Después de pudrirte un poco en tus demonios, renaces sin contar cuánto tiempo ha pasado desde la última conversación de ese tipo...

Y ahí  estas... FeliZ con tus rarezas.

La Heidi de tu barrio, imparable por sus calles y anhelosa de enfrentarte una y otra vez a la gente a destiempo.

Les das su tiempo...

Su tiempo para que aprendan que lo que es natural es imparable.
 
Que pueden tomar mil decisiones pero lo que tiene que pasar, verán, pasará.

Que lo que tiene que ir bien irá... Y lo que tenga que ir mal,vendrá.

Que medir tus pasos solo Servirá para disfrutar de lo bueno y malo, más o menos tiempo.

De acuerdo, ahí  le das su tiempo.

Un tiempo que es tuyo... Pero bueno...Siendo amable se lo regalas.

Su tiempo que es tu tiempo para reafirmarte, para brillar por ti sola, para ir despertando en otras sábanas, para oír muchas canciones, para matar más películas... Tu tiempo para esclarecer que tampoco vale tanto la pena esperar ...que no lo vale nada... Que él, no vale nada...

Ni tu tiempo ni el suyo...



Que cuando él quiera pestañear,

Tú ya te habrás secado las lágrimas, pintado con purpurina, haberla esparcido en sábanas de olores varios.

Y ahí seguirás intacta, pura, sin etiquetas, con tu amor por él en el mismo momento donde se quedó.

Porque una cosa no quita la otra... y tú  no has invadido espacios ni medido las horas... 

Solo las has vivido. Atada con tu libertad y a nadie  más.

Ahí volvéis a estar uno frente al otro...

 Parece que el tiempo no haya pasado.

Unas miradas imborrables batiéndose en duelo.

La de él vacía en la tuya...


La tuya tan llena de vida.