lunes, 19 de septiembre de 2016

Me lo dijo el silencio

Y al final de todo lo sucedido, allí se dirigió él....

al final del camino...donde termina la tierra y comienza el mar.

Un alivio para sus pasos, cansados y derrotados de pisar fuerte.

Allí  en busca de nada y encontrando todo lo que necesitaba para culminar su historia.

Atrás las huellas firmes, sobre la inestabilidad de unas rocas en su encuentro con el silencio, con la única conversación que la brisa del viento le proporcionaba.
Alivio en su rostro.

Quizás no fuese el mejor terreno pero era hora de llegar más  lejos con su monopatín.

Parodojicamente ese final de camino era el principio de su nuevo comienzo.
Había amado tanto que hasta su pecho descubierto dejaba relucir un tono de piel gris.

Una piel como derrotada, ahí donde se alberga el corazón.

Un corazón feroz y ahora enfermo de furia.

Son pocos los que a mi me aprecian le susurro la brisa, levantando ligeramente su pelo rubio.

Son pocos y sin embargo nunca me canso de aliviar lo mismo que tú  de amar.

El alivio es el aire lo que para nosotros es amar.

Si pudiese llevar una cámara grabando-le detrás, seria la pincelada perfecta para una escena de fin de película o de principio según lo enfocase.

Poco a poco el cansancio se volvía miradas, la piel se tornaba de un color inefable de describir....un color que si pudiese hablar gritaría extremadamente la salud imperante que tiene.

La furia se transformo en paz.

Podría decirse que era el chico más bello que jamas hubiese existido.

Lo sé porque allí  estuve yo.

Soy de los pocos que aprecian el alivio del aire y quizás con una historia totalmente paralela a la suya, fui buscando el mismo alivio. . . Donde los caminos  se cruzan.

En su comienzo, en mi continuidad.

Podría ser buen momento para hablarle, para preguntarle... pero mis celos me lo prohibieron.

Amábamos el mismo silencio y a la misma brisa.

Podríamos re-formular el amor.

Podríamos compartir nuestro amor por el aire.

Pero no, no hizo falta.

Todo lo que sé. . . Me lo dijo el silencio.

Su silencio, y el mio también.

Sin condiciones.

El aire tan libre pero tan nuestro.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

El perfecto equilibrista





Ya estamos en Septiembre y casi no nos hemos dado cuenta.

La transición del mes de agosto a este, siempre me ha parecido algo triste, como algo que huele a nostalgia antes de que esta llegue.

Nostalgia a todas las expectativas que teníamos para el verano y que al final no han existido, pero tienes nostalgia de ellas, de su ausencia, de la incertidumbre del que hubiese sido si... y del arrepentimiento.

Del arrepentimiento de no haber ido más a la calle, de haberte pasado la noche en una terraza, de haber ido a la fiesta en blanco donde seguramente te hubieses enamorado.

El pasar a septiembre es un escalón muy alto.Aunque oficialmente el verano aun no se ha acabado es como que si.

Recuerdas aquella sirena del colegio al que ibas cuando eras niño y sonaba en un día de Junio avisándote que en 3 meses no tendrías que volver a pisarlo.

Te esperaban unas largas tardes de piscina, campamentos de verano y kilos de helado.

Unas vacaciones "Santillana" en todo regla.




Ahora, ese mes de junio prácticamente nunca llega, o al menos no escuchas esa sirena que te dice esos de los 3 meses libres por delante.O eres muy afortunado o tu Junio, pasara en solo un día a ser un septiembre que dure 365 días.

Rutina,vuelta al trabajo,dieta,frió,calor y vuelta a empezar.

Es importante por ello, la actitud.

Se suele decir que la actitud lo es todo y recapacitando es bien cierto.

¿ Qué seria de mi nostalgia si tuviese una actitud en mayúsculas ?
Doy por hecho que una actitud en mayúsculas quiere decir una actitud de hierro, fuerte, de comerse el mundo y de no tambalearse por nada.

Pues daría seguramente de patadas a mi nostalgia.

Pero podemos cambiar la forma de ver las cosas. Yo amo a la nostalgia, amo a esos amores que no han sido, amo la melancolía de ese paso de Agosto a Septiembre, amo mi actitud, segura de que el paso de las hojas del calendario, me trae más momentos.

La nostalgia reclama su derecho a que se la identifique como buena y positiva.

Por supuesto que yo estoy a su favor, que seria la vida sin esos momentos que nos arruga el corazón que nos vuelve tan vulnerables a cualquier emoción.

No seré de oro, ni de hierro, pero soy de una actitud firme, con ramas, muchas ramas, unas sensibles, otras nostálgicas, otras felices, para otras eufóricas.

Retomo lo de que la actitud lo es todo. Si.

Pero no como se supone que esta dictada.




La actitud la creas tú. Te pones sobre una cuerda floja y cuando logras mantener el equilibrio tras varias caídas, ahí vas formando tu actitud con licencias de caer cuando quieras y de sentir lo que desees.

Vivimos en un mundo donde nos inculcan de que hay que ser fuertes, de que no hay que dejar paso a la tristeza, de que no puedes caer.... pero sin embargo cuanto color gris hay en este mundo mismo donde nos dicen eso.

Digo yo, que por algo sera.

Y me atrevo a predicar, que nadie, ni la más antigua cultura, ni influenciable sociedad debe de decirte que es lo que debes seguir.

Permítete vivir con todas sus consecuencias, con todas sus emociones.Y no luches por ser fuerte, puedes ser sensible y el perfecto equilibrista.