Ausentarte hoy de tus palabras por un tiempo irrecuperable del mañana.
Reencontrarse con fantasmas en el vértigo de una cumbre repleta de
escarcha.
Humedecerse los labios saboreando el silencio de la desdicha de un temible
futuro.
Tragarse las hojas que esparce sin piedad un desconsiderado otoño.
Desquiciar los sentidos por lograr alcanzar una razón de entender lo que
no tiene que ser.
Desear descansar y quebrarte las ganas al intentar luchar a contra luz
de un desalentado pasado.
Ganar la victoria de una satisfacción interior y vencerse las ganas de
cualquier otro logro.
Sollozar y llorar en el entierro de tu última voluntad, fallando al
abrazarte en un tornado de carcajadas.
Calmado y sereno en la misa de tus duelos, tus plegarias se escapan con
el mismísimo demonio que en tus noches bailaste desenfrenado.
Deslizarse a través del tiempo.
Desaparecer.
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